El poder de la ropa más allá de la moda

En el post anterior, abrimos la puerta al cuerpo y le dimos el protagonismo desde la Cognición Corpórea. O lo que es lo mismo, cómo gracias al cuerpo y su corporalidad, en tanto que siente, percibe y se mueve te permite generar tus pensamientos al poder experimentarlos. Así, veíamos como tu forma de moverte pone de manifiesto tu forma de pensar y sentir y viceversa.

 

Vamos a dar un paso más e introducir la otra pata que nos queda, la estética, a través de la ropa que te pones y cómo ésta te está influyendo. ¿Cómo lo vamos a hacer?

 

Pues de la mano, de la Cognición Atávica o Enclothed Cognition. Llegado a este punto, te puedes preguntar, ¿y qué es esto?

 

En pocas palabras, este concepto nos habla de los efectos que genera el vestuario que te pones sobre tus procesos cognitivos. Interesante, ¿verdad?

 

Cuando te vistes y eliges qué ponerte no solo estás cubriendo tu cuerpo, ni solo estás haciendo una combinación de prendas y complementos más o menos estilosas, sino que de forma consciente o no, estás mandando mensajes a tu entorno y a ti mism@.

 

En palabras del doctor Adam D. Galinsky, de la Northwestern University, “la forma de vestir afecta a cómo nos perciben los demás y a cómo pensamos sobre nosotros mismos”. Es decir, tu indumentaria influye en tu propia percepción y en cómo la gente te percibe.

 

¿En qué se basa Galinsky para hacer esta afirmación? En una serie de experimentos que realizó junto a su equipo. Dos de estos experimentos, son los más conocidos. En el primero de ellos, a 58 estudiantes se les asignó de forma aleatoria, bien una bata blanca de laboratorio o bien, ropa de calle. A continuación, se les sometió a un test de atención y se comprobó como los que llevaban la bata blanca de laboratorio cometieron la mitad de errores.

 

En el segundo experimento, jugaron con la misma bata para los 74 estudiantes pero a un grupo se les dijo que era una bata de médico, al segundo grupo que era una bata de pintor de brocha gorda y al tercero, simplemente se les dejó a la vista la bata, diciéndoles que era de médico. Acto seguido, sometieron a los tres grupos, a una prueba de atención consistente en encontrar las diferencias entre dos cuadros en el menor tiempo posible. Los resultaros, arrojaron mejores resultados para el grupo que se les dijo que llevaban puesta la bata de médico, no encontrándose diferencias significativas entre los otros dos grupos.

 

Galinsky concluyó diciendo que los efectos sólo se dejan sentir cuando se lleva puesta la bata y el individuo conoce su valor simbólico; los médicos tienen la reputación de ser cautelosos, rigurosos y atentos”. Es más, afirma que “no solo pensamos con nuestro cerebro sino también con nuestro cuerpo”. Y añade: “Nuestros procesos de reflexión se basan en experiencias físicas que ponen en marcha los conceptos abstractos asociados. Se sospecha que estas experiencias incluyen las prendas que llevamos”.

 

Parece por tanto, que tal y como nos dijo Iván Ballesteros, Biólogo y Doctor en Farmacología y Terapéutica Humana, profesor en el Experto en Coaching de Imagen de Domingo Delgado, “hasta que no nos ponemos la vestimenta en nuestro cuerpo, corporizamos la indumentaria, el símbolo no ejerce su efecto”. Por tanto, dos son las condiciones para que al ponerte determinada ropa tu estado psicológico pueda cambiar: “El significado simbólico de la vestimenta y la experiencia física de llevarla puesta”.

 

Esto da un giro total a muchas de las concepciones que podemos tener a cerca de la imagen, la moda y sus tendencias para pasar, de esa superficialidad que podemos atribuirla al quedamos en lo más comercial y visual,  a algo mucho más profundo.

 

No te puedes olvidar, que la ropa y los complementos se ponen encima de tu piel y esto te genera sensaciones que puedes asociar, por su simbología, a ciertas características según la textura, color, estructura, etc, de dichas prendas.

 

Si te digo un abrigo de peluche, probablemente te ha podido llevar a una sensación de confort, gustito, calor, suavidad e incluso, ternura. Quizá, has podido ir más allá y tu cuerpo te ha podido acompañar, como un gato cuando ronronea de placer, encogiéndose buscando esas sensaciones. ¿Qué pasa si te digo pantalón de cuero?. Lo más seguro es que tu cuerpo se haya estirado y puede que incluso, te haya recorrido por el mismo, una sensación de frío, distancia, rigidez e incluso hayas sentido cierta autoridad.

¿Cómo es posible esto? No es magia, simplemente “es la representación perceptible de una idea, con rasgos asociados por una convención socialmente aceptada” o lo que es lo mismo, símbolos según la definición que encontramos en Wikipedia.

 

Hay ciertos significados simbólicos que están en el inconsciente colectivo, de alguna forma, a tod@s nos evocan prácticamente lo mismo. Otros significados, pueden ser más particulares y solo tener efectos para ti, por tu propia experiencia y por las conexiones que establezcas entre tu interior, tu cuerpo y tu estética. De una u otra forma, lo que sí está claro es que no se pueden sacar reglas generales, ni que todo es tan lineal.

 

Por poner un ejemplo, una prenda estructurada pude evocar, a una gran mayoría de personas, orden, control y/o rigidez. A otras puede que no. Ahora lo importante no es esto, sino si esas características de la prenda estructurada te potencian o te limitan a ti para tu vida. Volvemos, por tanto, a esa circularidad del Coaching de Imagen y a la fuerza tan importante que tiene para generar esos cambios cuando tomas consciencia de las conexiones entre tus tres dimensiones, lo que te provocará mayor bienestar y plenitud.

 

Ya os hablé es el post anterior, de la conexión tan fuerte que pude observar entre mi mente y mi cuerpo, encontrando como línea común, la rigidez y el perfeccionismo, tanto en mi baile como en mi vida en general, lo que me limitaba de manera abrumadora, sin permitirme el disfrute y la fluidez. La cosa no quedó ahí. Cuando gire la cabeza e introduje en esta ecuación a la estética, mis ojos se abrieron como platos, al darme cuenta que me vestía con ropa tiesa y estructurada, que reforzaba aún más la rigidez de mi cuerpo y de mi mente.

 

En ese momento, entendí los comentarios externos que recibía de la gente cuando me decían que al principio, sin conocerme, la imagen que proyectaba era de estirada, borde, distante, tensa, exigente y que una vez me conocían, esta imagen cambiaba y era “muy maja” (dejaba ver mi sensibilidad, calidez y cercanía). Lo que te puede decir, es que ahora, mis prendas tienen mayor movimiento, son más fluidas y suaves porque sé lo que me aportan.

 

Sí, como veíamos al principio, tu ropa está mandando mensajes a tu entorno que hacen que la gente de tu alrededor te perciba de una determinada manera y a la vez, mensajes internos para ti, que refuerzan la imagen que tú cree tener de ti. Ahora, mira a ver si esos mensajes están alineados con lo que verdaderamente eres o son una “máscara” con la que te presentas al mundo.

 

El quid de la cuestión está en tu autoconocimiento y en esa consciencia. Si ya eliges tu indumentaria desde ahí, ¡genial!, porque seguro que te habrás dado cuenta de lo que te aporta y potencia, a nivel personal, lo que te pones, de cara a tu crecimiento personal. Si no es así, ¡no pasa nada!. Ahora tienes la oportunidad de explorar tu ropero y preguntarte cuando abras la puerta, ¿ésta/este soy yo?. Desde ahí, con tu respuesta, puedes iniciar cambios para incorporar la utilidad práctica de tu ropero de cara a crear tu propio estilo y crecer con el mismo.

Igual que ocurría con el cuerpo y su corporalidad, la estética, o más bien, el foco en la imagen externa desde esa consciencia, es otra llave más, que puedes poner en marcha para iniciar ese cambio partiendo desde lo externo hacia tu interior. Ahí, si hay poder en la imagen.

 

Te invito a que ahora que tienes otra información sobre el poder de la imagen o del vestuario, observes que efecto personal, más allá de si te sienta bien, te gusta o si es tendencia, te genera ciertas prendas al ponértelas. Ya sabes, que hay un doble efecto, el que generas en los demás y el tuyo propio. Céntrate en esto y hazte estas preguntas:

 

¿Qué te transmite la ropa que tienes cuando te la pones?

¿Cómo vistes afecta a lo que piensas y a tu forma de moverte?

¿Tu patrón de pensamiento influye en lo que te pones cada día?

En definitiva, ¿crees que la ropa que te pones, todos los días, tiene alguna influencia sobre ti y tu entorno?

Y si es así, ¿te limita o te potencia?

 

Una vez más, estaré encantada de leer tus comentarios. Como dije, de tu experiencia, aprendemos tod@s.

 

Te espero en el próximo post y mientras tanto, ya sabes, ¡se tú y brilla desde tu Belleza Imperfecta!

 

2 comentarios
  1. Manuela Quesada
    Manuela Quesada Dice:

    Gracias por tu generosidad en la documentación de los argumentos que expones en este post. Realmente se juega con la vestimenta cada día sin darnos cuenta. Una vez me preguntó una compañera: «¿Tu eres de las que dejas la ropa preparada por la noche o de las que la eliges por la mañana? Le contesté: la preparo por la noche pero cuando me levanto la dejo en el armario y elijo otra según el ánimo con que me haya levantado.A veces por la noche soy consciente de mi objetivo para el día siguiente: qué efecto quiero causar con esa vestimenta no solo en los/as demás si no en mi actitud y la mantengo.
    Me has llevado a reflexionar: qué objetivo tenía esa vestimenta por la noche y por qué la cambio o no por la mañana?
    Seguiré reflexionando sobre esto. Gracias de nuevo.

    Responder
    • Teresa Contreras
      Teresa Contreras Dice:

      Hola Manuela;

      Agradezco tus palabras porque estoy segura, que muchas personas comparten tu experiencia de colocarse la ropa por la noche y al día siguiente, cambiarla o no. Ahora, puede que se hagan preguntas como tú has hecho.

      Te invito, ya que has abierto tu consciencia con la Cognición Atávica, a que te preguntes, en vez, de por qué cambias o no tu vestuario por la mañana, para qué lo haces. Ahí, vas a tener muchas pistas.

      Gracias por compartir. Un abrazo.

      Responder

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