LLenarte o vaciarte: ¿Qué eliges para crecer?

En el post anterior, vimos algunas claves para hacer esa limpieza de armario de forma consciente para que a la vez, te fueras “limpiando” tú.

 

Cuando haces esa limpieza poniendo el foco en dejar solo aquello que te representa de verdad y que habla de quien eres, sin trampas ni cartón, estás haciendo un ejercicio de autoconocimiento y un trabajo con el desapego y el vacío.

 

Ya sabemos que nuestra imagen externa es una proyección de la imagen interna y viceversa, que según estés por dentro, así lo vas a reflejar fuera, independientemente de que vayas con el mejor look del mundo.

 

Ambas imágenes, interna y externa, no están separadas, ni una es más superficial que otra, según lo entendemos desde el Coaching de Imagen. Eso sí, se te puede ver a ti o, a una imagen que te has construido de lo que crees que eres tú. La base y la diferencia para situarte en uno u otro extremo, está en tu autoconocimiento. Cuanto más hayas profundizado en este trabajo, integrando tanto lo que te potencia, como lo que te limita, más cerca estará la una de la otra, mayor coherencia habrá entre las mismas y más te mostrarás al mundo tal cual eres. En definitiva, habrá transparencia en tu imagen y brillarás desde tu autenticidad.

 

Al escribir estas palabras, de inmediato, me ha venido a la memoria un cuento muy especial al que le tengo un gran cariño por lo que me aportó en su momento. Pone de manifiesto este dilema entre lo superficial y lo profundo, entre lo externo y lo interno, entre ser y aparentar, entre ese copiar modelos que te igualan y hacen que pases  desapercibid@ para que encajes o ser únic@ buscando tu propia identidad. No te doy más pistas, para que saques tus propias conclusiones.

 

Ya comenté que me encantan los cuentos y que te iba a ir mostrando algunos de ellos.  Hoy creo que es un buen día, para dejarte con este cuento de Jorge Bucay y con las reflexiones que te genere.

 

La ciudad de los pozos

 

Aquella ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades del planeta.

 Aquella ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes… Pero pozos al fin.

 Los pozos se diferenciaban entre sí, no sólo por el lugar en el que estaban excavados, sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el exterior).

 Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.

 La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal, y las noticias corrían rápidamente de punta a punta del poblado.

 Un día, llegó a la ciudad una “moda” que seguramente había nacido en algún pueblecito humano.

 La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se preciara debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no era lo superficial sino el contenido.

 Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas.

 Algunos se llenaban de joyas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más optaron por el arte, y fueron llenándose de pinturas, pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente, los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas.

 Pasó el tiempo.

 La mayoría de los pozos se llenaron hasta tal punto que ya no podían incorporar nada más.

 Los pozos no eran todos iguales, así que, si bien algunos se conformaron, otros pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior…

 Uno de ellos fue el primero. En lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose.

 No pasó mucho tiempo hasta que la idea empezó a ser imitada. Todos los pozos utilizaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior. Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus camaradas que se ensanchaban desmedidamente. Él pensó que si seguían ensanchándose de aquella manera, pronto se confundirían los bordes de los distintos pozos y cada uno perdería su identidad…

 Quizá a partir de esa idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo más profundo. Hacerse más hondo en lugar de más ancho. Pronto se dio cuenta de que todo lo que tenía dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo tenía que vaciarse de todo contenido…

 Al principio tuvo miedo al vacío. Pero luego, cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo.

 Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho…

 Un día, algo sorprendió al pozo que crecía hacia dentro. Dentro, muy dentro y muy en el fondo… ¡encontró agua!

 Nunca antes otro pozo había encontrado agua.

 El pozo superó su sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo sus paredes, salpicando sus bordes, sacando el agua hacia fuera.

 La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era bastante escasa. Así que la tierra que rodeaba al pozo, revitalizada por el agua, empezó a despertar.

 Las semillas de sus entrañas brotaron en forma de hierba, de flores y de tronquitos endebles que se convirtieron en árboles después…

 La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo, al que empezaron a llamar “el Vergel”.

 Todos le preguntaron cómo había conseguido aquel milagro. 

  • No es ningún milagro – contestaba el Vergel -. Hay que buscar en el interior, hacia lo profundo.

Muchos quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desestimaron la idea cuando se dieron cuenta de que para ser más profundos tenían que vaciarse. Siguieron ensanchándose cada vez más, para llenarse de más y más cosas…

 En la otra punta de la ciudad, otro pozo decidió correr también el riesgo de vaciarse…

 Y también empezó a profundizar…

 Y también llegó el agua…

 Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo… 

  • ¿Qué harás cuando se termine el agua? – le preguntaban.
  • No sé lo que pasará – contestaba -. Pero, por ahora, cuanto más agua saco, más agua hay.

 Pasaron unos meses antes del gran descubrimiento.

 Un día, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma…

 Que el mismo río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro.

 Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida.

 No sólo podían comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente, como todos los demás, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto.

 Habían descubierto la comunicación profunda que sólo consiguen aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tiene para dar…

JORGE BUCAY (“Cuentos para pensar”)

 

Tras leer este cuento, no puedo dejar de pensar en una frase hecha y es la de “menos es más”, la cual fue dicha por el arquitecto Ludwig Mies van der Rohe. Esta frase, se ha quedado como parte de nuestro vocabulario y la utilizamos cuando vemos la grandeza o belleza de algo al reducirla a lo mínimo, a los elementos esenciales que la componen.  Es ahí, dónde vemos y sentimos que no se necesita nada más.

 

Llegado  a este punto, te lanzo varias preguntas:

 

¿Cuáles son esos elementos esenciales que hacen ver tu grandeza y belleza?

¿El camino para descubrir tu propio vergel pasa por ponerte o por quitarte cosas?

¿Las bases para tu crecimiento y desarrollo personal están en taparte o en destaparte?

¿Qué necesitas para llegar a ser quién eres, llenarte o vaciarte?

 

Siguiendo con la metáfora que nos ofrece el cuento, confieso que a mí, me ha sido más útil en este camino de profundizar en mi propio pozo, el quitarme, el destaparme y el vaciarme. Estoy en ello, todavía estoy apegada a alguna que otra cuestión, que hoy por hoy, todavía no me permite, en su plenitud, disfrutar de mi propio vergel. Eso sí, he tocado agua, me he salpicado con ella, me he humedecido y con ello, algo en mi interior ha empezado a brotar y a llenarme de fuerza para seguir sacando más agua.

 

¿Ensancharte o profundizar? Esto es lo que te pone de frente el cuento para que tomes una decisión sobre qué camino escoger en tu autoconocimiento.

 

Por un lado está, el llenarte y llenarte de cosas (prendas, cursos, conocimientos, personas…) sin pararte a pensar si realmente las necesitas, bajo el escudo de que así, vas a ser más feliz, tener mayor seguridad y bienestar o por el contrario, empezar a quitarte capas para empezar a ver y a apreciar lo que tienes en tu interior, valorando desde ahí, si realmente necesitas algo más o simplemente solo necesitas amar lo que ya sabes y está en ti.

 

En el primer caso, estamos hablando de apego, de dependencia, de exceso, de necesidades creadas, de cadenas que te amarran, en definitiva, de llenar y en el segundo caso, de desapego, de no aferrarte a las cosas, de darles la importancia en su justa medida, de necesidades reales, de liberación, de libertad o lo que es lo mismo, de vaciar.

 

Anímate a dejar tus comentarios y reflexiones.  Me encantará  poder leerlos y saber con qué has conectado.

 

Te espero en el próximo post y mientras tanto, ya sabes, ¡se tú y brilla desde tu Belleza Imperfecta!

 

4 comentarios
  1. Elena Rodrigo
    Elena Rodrigo Dice:

    Enhorabuena como siempre Teresa!!!!!me encanta todo lo q escribes,cada palabra es siempre acertada,aunque nos cuesta ver la realidad,cada uno de nosotros somos un pozo con tantas cosas para aportar que no nos damos ni cuenta ,aún teniéndolo dentro de nosotros…siempre me haces reflexionar!!!mil gracias

    Responder
  2. Miriam
    Miriam Dice:

    Me ha encantado tu post. En este mundo caracterizado por el consumo, la acumulacion de cosas, las apariencias, donde uno es lo que tiene, hay poco tiempo para el autoconocimiento y lo mas importante pocas ganas de hacerlo. Como muy bien dices, este trabajo de conocerse implica vaciarse, llegar al fondo y esto da vertigo. Ademas el proceso es muy costoso a nivel emocional. Aun asi creo que merece la pena.

    Responder
    • Teresa Contreras
      Teresa Contreras Dice:

      Sí, Miriam, comparto contigo lo del vértigo. Como dije en el post, a mí todavía me cuesta vaciarme. Aún así, estoy en ese camino.

      Espero que tú también estés para que así amplíes tu autoconocimiento y encuentres ese agua.

      Un abrazo.

      Responder

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