¿Cómo te llevas con tus sombras o «grietas»?

A lo tonto y a lo bobo, nos hemos comido el año casi sin darnos cuenta o al menos, así me lo parece a mí.

 

¡Es alucinante cómo corre el tiempo!. Hace unos días, estábamos despidiéndonos de esos últimos rayos de calor del verano y hoy ya estamos inmersos/as de lleno en villancicos, luces que adornan nuestras calles, cenas o comidas de trabajo, con amigos y en breve, con la familia, compras de regalos y un sinfín más de detalles que envuelven la Navidad.

 

Esta es una época dónde puede ser que ejerzas de anfitrión o anfitriona preparando esa cena de Navidad o de Fin de Año, que asistas junto a tus colegas de siempre a esa estupenda Fiesta de Nochevieja con la que llevas soñando hace tiempo o que estés preparando, con especial entusiasmo y mimo, esos Reyes Magos o Papa Noel buscando el regalo perfecto para cada persona que te rodea.

 

Estos son solo tres ejemplos típicos que se pueden dar, entre otros, en esta época del año. Los mismos, me van a servir como punto de partida o excusa para plantearte una serie de cuestiones y que reflexiones sobre ello para finalizar este año.

 

Imagínate que estás en una de esas tres situaciones descritas o cualquier otra parecida que se te pase por la cabeza.

 

¿Cómo te la plantearías?.

¿Con presión y tensión o con toda la naturalidad del mundo, viviendo a tope cada segundo?

¿Desde la exigencia pensando en el resultado final para que todo salga perfecto y esté a la altura, ya sea la cena, la fiesta o los regalos o desde la excelencia, poniendo sobre la mesa lo mejor de ti y disfrutando del proceso?

 

Es más, ¿qué pasaría si no saliera todo perfecto tal y como te lo has imaginado?

¿Te machacarías, te compararías o te aceptarías tal cual?

 

Si eres de los/as que lo vives con tensión y presión, está claro que el patrón del perfeccionismo llama a tu puerta un día sí y el otro también.

 

¡Qué cansado y agotador es!, ¿verdad?.  Es como vivir con un corsé que no te deja respirar, moverte y fluir con libertad.

 

Todo está milimetrado y controlado. Y es más, enseguida que te sales un poco de la raya o no consigues los resultados que te propones, tu crítico interno, con esa voz dañina, viene a visitarte para decirte, ¡cuidadín, hazlo bien y no te equivoques, porque si no ya sabes, no vales, no sirves, no es suficiente…!

 

Desde ahí el bloqueo, la rigidez, la obligación, la exigencia, la insatisfacción, los reproches, el miedo a fallar, a cometer errores, a equivocarte, en definitiva, entran en acción y te deja KO o fuera de combate para ser quien eres y para conseguir tus objetivos.

 

Te secuestra la exigencia y el hacerlo bien, perfecto. Claro está, la barra de medida de la perfección te lleva a un callejón sin salida porque desde ahí, nunca es suficiente, siempre parece que te falta algo.

 

Además, es común si vives en la exigencia y en la perfección, identificar lo que haces con lo que eres, por lo que si no lo consigues, tu voz crítica te dirá “eres un/a fracasado/a”.  El sentimiento de frustración y el de fracaso estarán muy presentes en tu vida y dejarás muy poco espacio al error y al permitirte fallar. Te juzgarás muy duramente y la comparación con otros será casi inevitable. Y ni que decir tiene, que lo descrito para ti, también lo harás extensible hacia los demás.

 

Te habrás dado cuenta que hay muchas polaridades, en casi todo, que nos rodea en nuestra vida.  La noche y el día,  el frío y el calor, el blanco y el negro,  lo bello y lo feo, la luz y la sombra, son ejemplos de ello.

 

Es en esta última donde quiero que pongas la atención, porque sí, dentro de ti, existen esas luces y esas sombras, aunque te cueste mirarlo. El aceptarlo te pone en el camino de la excelencia como la otra polaridad de la exigencia. Una polaridad más, la exigencia y la excelencia, a añadir a todas las que te rodean.

 

Vivir desde la excelencia supone poner el foco en el proceso, en el camino hacia ese objetivo y no en la meta, sin importante para nada el resultado. Desde esta posición, tus sombras, tus  limitaciones o tus errores serán vividos como una oportunidad para aprender. Verás tus limitaciones o defectos como áreas de mejora que te permitirán crecer.

 

No eres ni somos seres perfectos.

Todas y todos tenemos grietas, como la vasija de este cuento hindú con el que te voy a dejar. Este no es el problema.

La cuestión es si te quedas en esas grietas o si las traspasas y las ves como una fuente de aprendizaje.

Ya me dirás.  Ahora disfruta del cuento.

 

La vasija agrietada

 

Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua.

 

Durante dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.

 

Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador diciéndole: -“Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir.”

 

El aguador apesadumbrado, le dijo compasivamente: -“Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.” Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo del trayecto, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.

 

El aguador le dijo entonces -“Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Madre. Si no fueras exactamente cómo eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.”

 

¿Dónde quieres situarte, en la exigencia o en la excelencia?

¿En la perfección o en la imperfección dejando salir tu vulnerabilidad?

¿En el fracaso o en el aprendizaje?

¿En el esfuerzo o en el disfrute?

 

Y ya que estamos en estas fechas de comilonas, te voy a proponer un Menú para empezar a salir de este patrón de exigencia y perfeccionismo, si es tu caso. Son platos muy sencillos que están para chuparse los dedos.

 

  • Cómo entrante, deja de culpabilizarte y castigarte cuando las cosas no salen cómo te las has imaginado. Ya sabes la culpa entra en juego cuando existe mucha distancia entre tu imagen real y tu imagen ideal. Vive desde tu imagen real, es decir, desde lo que eres, tal cual eres y ya estarás dando el primer paso.

 

  • Cómo primer plato, algo que tiene mucho que ver con lo anterior y es que aceptes que en esa imagen real, está tanto tus cualidades, tus potencialidades o tus luces como tus defectos, tus límites o tus sombras. No las tapes, ni intentes disimularlas aparentando algo que no eres. Esto te hará perder mucha energía, quedándote en lo negativo y tu atención se desviara  hacia el problema y no hacia la solución. Tómate estas sombras como una oportunidad para crecer e iniciar así, el cambio que deseas.

 

  • Como segundo plato, valora y celebra cada logro que consigas, sintiéndote merecedor/a de todo lo que te sucede abriendo así, tu disposición a recibir. De esta manera pondrás en marcha la rueda del dar y recibir y empezarás a vivir desde la abundancia y no desde la escasez.

 

  • Como postre, introduce en todo momento y en todo lo que piensas, haces y sientes, el disfrutar. Ponte en modo disfrute y fluye desde ahí, dejándote llevar en todo momento sin que la cabeza tome las riendas. Di adiós al control y hola a la flexibilidad.

 

Y no hay comida que se precie que no acabe con un gran brindis.Así que arriba las copas y brindemos por esa flexibilidad y disfrute, por esta Navidad y por ese 2019. ¡¡¡ CHIN-CHIN!!!

 

 

Te espero en el próximo año con otro post y mientras tanto, ya sabes, ¡se tú y brilla desde tu Belleza Imperfecta!

2 comentarios
  1. Chelo
    Chelo Dice:

    Hola chicas:

    Estamos en está vida para ser felices, pero el ser humano siempre tiende a complicarse la vida….
    Mi reflexión hoy por hoy es la siguente:

    No se trata de hacer lo que quieras, se trata de amar lo que haces.
    Ante este escabroso camino, «ACTITUD»

    Responder

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